martes, 6 de octubre de 2009

La educación pobre

Cito literalmente. “Amigo, siempre que he podido os he echado una mano, pero tenéis que entender que hay que apretarse el cinturón. Comprendo que si todos los docentes están a veinticinco horas, la gente se va a cabrear contigo, pero… ¡No hay dinero para mandar a otro profesor más!”. Hace unos años se invirtió fuerte para comprar unos “tamagochis” que eran imprescindibles para llevar el control de las faltas. Es el IES Pandemónium un centro con solera y, por tanto, los pequeños cambios han de hacerse a lo grande… o no se hacen. Se gastaron varios miles de euros y desde que esa inversión se realizó, no hemos podido encargar fotocopias libremente. Se computa cada encuadernación y los alumnos han de pagarlo casi todo. Puedes, claro que puedes, hacer copias sueltas, pero eso te catapulta a los primeros puestos de cierta lista negra sobre la que no sabría decir bien cuáles son sus efectos. Hay a disposición de todo el Centro solo dos cañones y la sala de ordenadores no está funcional, pues solo cuatro o cinco pecés tienen conexión a Internet. Se nos pide que trabajemos en la plataforma del IES y, sin embargo, la señal de Wifi es más tosca que la estrategia de los persas para conquistar Babilonia. No hay dinero. Notamos la carestía en los profesores que no mandan y en los horarios que hay que compartir. ¿Cómo se explican que un profesor de Lengua esté dando solo cuatro horas de su asignatura y, a cambio, Educación para la Ciudadanía, Alternativa, Género y Plástica? ¿Se imaginan? Esto lo provocan los recortes en el personal, y en el presupuesto, así como que la lista de internos no avance, que sea una verdadera cruzada conseguir un sustituto si el profesor dañado no se está muriendo…

En estos años he aprendido que las únicas sustituciones que se cubren ipso facto son las de los políticos que se acogen a sus quince días de veraneo para preparar la campaña electoral. Esos sustitutos sí llegan con la luz del alba del día primero. Todo lo demás transluce que estamos en cuadro: han cerrado una parte importante de los proyectos (centros TIC, programas de biblioteca…) y te remiten a la creatividad como fuente inagotable de recursos pedagógicos. Según me cuentan, las cuentas de los IES son la cuadratura del círculo, porque estamos en cuadro. ¿Han visto los datos que indican que en casi todos los países civilizados se invierte más que aquí, por alumno, en Educación? Nos cierran el grifo de agua (literalmente, no hay dinero para reponer el depósito de las máquinas y nos envían a los abrevaderos de los niños). Las mayores inversiones que se hacen, en muchos centros, se deben a premios organizados y financiados por cajas de ahorros o fundaciones. ¿Saben qué es lo que más me molesta de esta contrariedad? Estando como estamos, estando las clases a más de treinta por culpa de la crisis, tenemos que soportar que todos los panfletos oficiales vayan en papel bueno, con brillitos y logotipos cuidadosamente diseñados en Barcelona. Cuando ustedes reciben una comunicación institucional, ¿no se preguntan por qué no se gastan el dinero de la infografía en conseguir que los grupos estén un poco más descargados? Cuando vean que la Junta de Andalucía coloca vallas costosísimas explicándonos que el mundo no se viene abajo, ¿no se les ocurre pensar en la cantidad de salones multiusos que podrían edificarse con esa pasta? En nuestro instituto no existe ningún aula donde quepan sentadas más de cincuenta personas. No tenemos polideportivo. No existe teatro, ni recinto alguno que esté techado. No puede haber representaciones, ni celebraciones masivas. Si llueve, no hay deporte.

Así se invierte. En tonterías. Y la respuesta a peticiones serias, y cito, es que tenemos que apretarnos el cinturón. Por desgracia, la mayoría de los problemas que tenemos en el día a día son una cuestión de dinero, se resolverían con una inversión mayor. Habría que apostar por la FP, dar alternativas a los alumnos avocados al fracaso escolar, trabajar con más profesionales de apoyo, mejorar instalaciones y, sobre todo, hacer que baje la ratio en demasiados centros donde, llegado el mes de octubre, seguimos esperando a los nuevos compañeros. La clave: cada mes que pasan sus hijos sin profesor de Filosofía, ellos se ahorran dos mil eurillos de sueldo.