Día cero. Justo en este instante el autobús arranca y contemplamos a muchas madres, que blanden pañuelos, que dicen adiós, reflejando en sus rostros un cruce anómalo entre tristeza y paz. Sus hijos del alma pasarán unos días fuera. A cambio, ellas tendrán vacaciones. Se ahorrarán unas cuantas camas y podrán, por ventura, ir a la capital a comprar edredones y unos cuantos recambios de todo tipo. Al cuidado, nos quedamos nosotros. Dicho sea de paso, está prohibido que los alumnos que han sido expulsados vengan a los viajes, así que hemos tenido suerte. La selección resultante parece inofensiva a priori, pero siempre existen sorpresas. Escogen una película de acción para las primeras dos horas y se muestran exultantes: todos tratan de hablar con todos, ellas se muestran coquetas, ellos seguros de sí mismos. Para muchos, esta es su primera salida importante del pueblo. Vamos a Barcelona y allí pasaremos unos cuantos días. Os mando esta postal desde es la tradicional excursión que todo alumno de cuarto realiza. Cada día os escribiré una. A ver qué tal resulta este experimento.
Día uno. El viaje resultó aburridísimo. No nos dejaron dormir. Al día siguiente, nos exigieron una siesta que no todos respetaron: ¿por qué no se ponen de acuerdo para dormir al mismo tiempo? Hoy visitamos el centro de Barcelona y se quedaron muy asustados con las dimensiones de Diagonal y Josep Tarradellas. Para ellos, un rascacielos tiene cinco plantas, así que lo de aquí, no saben cómo definirlo. Todo les sorprende. Se hacen fotografías con las prostitutas y en las tiendas de ropa. La Sagrada Familia les pareció interesante, pero no duraron en sus alrededores ni diez minutos. Tantas horas de autobús y ahora resulta que lo que más les gusta es la piscina del hotel. Ellas han traído catorce bikinis distintos. Ellos catorce cámaras de fotos. Esta noche los llevaremos a dar una vuelta nocturna. Espero que no termine en tragedia la cosa.
Día dos. ¿Cuántos días puede aguantar un ser humano sin dormir? Más que nada porque ya llevamos dos. Por la noche se dedicaron a llamar por teléfono a las habitaciones de los huéspedes que intentaban descansar, vaciaron un extintor y ¡se nos perdió una niña! Ni que decir tiene que tuvimos que vigilar que los chicos y las chicas no se mezclaran en las habitaciones. Ni que decir tiene que nuestra vigilancia fue un absoluto fracaso. ¡Qué denuncia nos van a meter dentro de nueve meses algunos padres! Y para colmo, las chicas han conocido asturianos en el bar del hotel y los susodichos amenazan con venir a visitarlas la próxima noche. ¡Y tienen sus teléfonos móvil! ¡Maldita la hora en que decidí venir aquí!
Día tres. No era una pregunta retórica, si algún médico lo sabe, que me escriba y que me lo diga: ¿cuánto puedo aguantar sin dormir, antes de perder la cabeza? ¡Qué horror! Una chica se dobló el tobillo durante la subida a Montjuic y me he quedado solo con la manada porque mi compañera se ha pegado cuatro horas en urgencias. Encima, nos llamaron los empleados del hotel para decirnos que en una de las habitaciones una alfombra ha muerto. No me pregunten qué le han hecho a la alfombra porque viven más tranquilos sin saberlo, confórmense con pensar que “la alfombra murió”, no investiguen más. Pero vamos, que los culpables pagarán, y nosotros también. Mi compañera va a quedarse en el Hotel con los castigados y yo saldré de fiesta con los demás. ¡Voy a morir! ¿Cómo se controla a veinte adolescentes en celo? ¿Cómo podré apartar a los asturianos de nuestras andaluzas? ¡Voy a morir!
Día cuatro. El lado bueno es que el sueño ha dejado de ser una prioridad. Se perdió. Y ahora, sí que se perdió. Un chico ha estado desaparecido siete horas. Llegó al hotel con una tajá impresionante encima y en un taxi que no pudo pagar. Vamos a mandarlo de vuelta a su casa, ¡pero no hay autobuses directos y no sabemos qué hacer! Para colmo, el mundo está mal repartido: a unos les duele la barriga por culpa del estreñimiento y otros tienen diarrea. ¿Y por qué todas las chicas se ponen malas ahora con la regla? ¿Por qué todas al mismo tiempo? ¡Necesito dormir! ¡O necesito morir! Oigo adolescentes por todas partes. Todos son problemas. Diría que hasta sueño con ellos… ¡pero eso de “dormir”, sigue siendo una quimera!
Día cinco. ¡Bendito sea el inventor de los parques temáticos! De hoy solo puedo decir que ha sido un buen día porque nos llevamos de vuelta a los mismos que trajimos (en todo caso, alguno más, pero eso lo decidirá el juez). Los hemos dejado montándose en las atracciones y nosotros fuimos a tomar café. Creo que voy a dormir sin parar dos semanas: me daré de baja por estrés. Pero vamos, lo mejor es que ya vamos de vuelta. El autobús arrancó y la mayoría duerme. ¡Esta ha sido la semana más larga de toda mi vida y prometo no volver nunca más a Barcelona y mucho menos a ese hotel!
Prof. Cuyami