martes, 27 de enero de 2009

¿Cómo derrocar a un dictador?

Una persona íntegra no es aquella que tiene todos los dedos de la mano. Eso parece claro, pero cuesta trabajo encontrar personas íntegras. ¡Qué fácil es descubrir a quien no lo es! Ahora bien, ¿qué ocurre cuando todo el poder de un centro educativo está en las no-íntegras manos de alguien malévolo? Ocurre, lo que siempre ocurre: ese es el germen de las dictaduras, de los conflictos, de las injusticias, de las persecuciones, de los días sin dormir por miedo a las represalias.

Estuve en un Instituto cuyo director se llama Fernando. Fernando Matorrales, para ser más preciso. Suele vérsele vestido con un sombrero de John Wayne y se autodefine como el pistolero más duro del Lejano Occidente. Su máxima es la siguiente: “si algo no salpica, es correcto”. Lo nombraron director porque… Bueno, también Hitler fue elegido democráticamente y ya se sabe cómo terminó aquella historia (a veces la gente tiene un mal día en eso de la toma de decisiones). De todas formas, es un poco distinto. ¡Admito que me he pasado varias villas comparando a este hombre con Hitler! Hitler, al menos, sí era alemán y sí fue escogido tras una votación: Fernando no tiene su plaza allí, lo nombraron a dedo. De hecho, ni siquiera he podido constatar que sea licenciado. Supongo que su mayor virtud es ser socialista y tener buenos amigos. Le pidieron que fuera director cuando el Instituto se inauguró. Desde entonces ha hecho todo lo posible para convertirlo en su cortijo. ¿Les suena de algo? Sí, Fernando Matorrales es socialista, reitero. Es uno de esos socialistas progres que se andan por las ramas, haciendo honor a su apellido, que jamás traman algo bueno, que nació incapaz de decir una verdad sin cinismo, (pero sí) capaz de amenazar, extorsionar, insultar y… supongo que, en privado, también de practicar la sodomía sin consentimiento, desde un punto de vista puramente aspectual y alegórico, claro.

Da clases de Alternativa a un grupo que no tiene alternativa (no es un juego de palabras, es un juego con los horarios… para no trabajar). Dio música a un grupo que no tenía música. Su horario del pasado curso no contemplaba ninguna hora lectiva: ¡toda una plusmarca! Colecciona grupos ficticios o de menos de cinco o seis alumnos (será para no estresarse) y pasa las horas en su despacho haciendo no se sabe muy bien el qué (en los papeles oficiales consta otra cosa). A un compañero, que estaba en prácticas, lo amenazó con pasarle un informe desfavorable para que no llegara a ser funcionario… y así lo hizo, después de estar todo un curso presionándolo. Eliminó una plaza de Matemáticas, condenando a los profesores de Naturales a dar una asignatura que no es la suya, porque le caía mal la compañera que la impartía. ¿Quejas? ¿Protestas? ¡Solo le faltó sacarse su minúscula pistola del pantalón y apuntarnos con ella! Es un matón, un portero de discoteca. Puede hacer lo que quiera en el Centro porque nadie se queja, pues no deja a nadie quejarse. Llega a las diez de la mañana y jamás está en el Centro cuando este cierra. Impone justicia, mercadea con los padres, deja en ridículo a todo aquel que trata de hablar en los claustros en oposición a sus ideas.

Desafortunadamente, ¿es posible derrocar a un director? Para elegir a uno nuevo es conditio sine quae non formar una comisión presidida por el Inspector (que, ¡oh, sorpresa!, es amigo suyo). Para que alguien se presente contra él, tiene que tener cinco años de servicio efectivo. La Comisión evalúa los méritos de los candidatos y lo que prima son los años de dirección, los proyectos hechos como director… ¿qué posibilidad hay de sustituir al actual si todos los aspirantes parten, lógicamente, de cero? Es vitalicio. Es un cargo vitalicio, puesto que nadie con experiencia irá a ese pueblo, pues sería un paso atrás: los únicos que podrían ganarle tienen ya puestos mejores. Seguirá cobrando más que nadie y trabajando menos que nadie. Seguirá pasándose las normas por el forro de su cazadora de cuero. Seguirá amenazando a los tutores jóvenes que lleguen, negando su ayuda a todo aquel que la solicite, provocando lágrimas, mirando su cartera mientras se vende droga ante sus propias narices. Repletas ya de mierda.

miércoles, 21 de enero de 2009

Hoy toca sexo

Tu hija lleva un vestido corto, muy corto, diseñado por Inditex y producido en Asia. Pasó casi dos horas en el tocador. Decía que, claro está, en fin de año no te queda otra. A la postre es la noche más corta del año, pero sus preparativos son extenuantes. El postre llega tarde; luego, las uvas. Las uvas de la ira, que traen consigo negocios horarios, tras las cuales aceptaste que llegara al mediodía, dan inicio a su fiesta. Tiene quince años, pero aduce que pronto cumplirá dieciséis. Su novio ronda los diecinueve. Estudió un ciclo formativo y ahora trabaja de albañil. Tiene un pirsin en la ceja derecha. Tu hija, no. Su novio, aunque dice que no le va el compromiso demasiado. A pesar de lo cual, él no consiente que ella baile con ninguna otra persona. Tampoco ningún otro chico está legitimado para mirarla. ¿Cuántas peleas se iniciarán por ese motivo? Solo él puede hacerlo. Solo él puede tocarla. Bailan. Beben cuatro o cinco copas. La entrada es cara. Hay que beber rápido, porque su marca de ron se agota, porque es obligatorio amortizar los gastos.

Bien pronto, las amigas de tu hija se adentran entre otras presas: se aburren de estar junto a una chica atada a otro chico, sin libertad alguna. Y ella, tras la fuga de estas, recibe ya solo miradas obscenas, pensamientos lúbricos, que están a punto de hacerse realidad. La discoteca es un antro de techos bajos, oscuros, que no posee salida de emergencia. En los servicios hay restos de coca sobre la parte superior de la cisterna y en los lavabos. Las corbatas van poco a poco aflojándose y, de un modo simétrico, los vómitos y las peleas van inundando los espíritus de todos. Inicialmente el novio de tu hija pensó en hacer el amor con ella en los servicios, en esos mismos servicios, pero descubrió que no era adecuado porque es su primera vez. ¡Qué detalle! ¿No te sientes orgulloso? Supo ver que un poco de delicadeza es necesario en instantes así. Por tanto, mantendrán relaciones en su coche.

Mientras salen, apoyada ella sobre los hombros de él, porque ha bebido demasiado, reteniendo las arcadas, con el rímel proscrito y un pendiente menos, suena de fondo la nueva canción del Gobierno. “Stop, tronco, yo no corono rollos con bombos. O con condón o yo pongo stop. Como fosos. Como pozos. Somos dos. O con condón o yo sobro. O con condón… o yo sobro. ¡Bombón! Yo propongo condón como modo. Lo cojo, lo toco, lo pongo… Con condón. Yo floto pronto. Solo con condón. Solo con coco”. Los chicos que aún restan dentro, a muchos de ellos les doy clase, bailan dicha canción y aprenden la lección (lamento el ripio que acabo de perpetrar, pero todo se pega, menos las enfermedades venéreas, claro).

Él pone cara de intelectual y le dice a tu hija al oído: “hoy toca sexo”. Ella se pone nerviosa y se ríe, medio absorta, medio borracha, próxima al desmayo, porque aquel es sin duda el hombre de su vida. Huele mal, todo huele a tabaco, de hecho, pero se montan en el coche y este tiene un ambientador fortísimo. Es un Ibiza de segunda mano, que su tío (el tío del novio de tu hija, no tu hermano) arregló para que el chico acudiera a realizar sus chapuzas. Ha bebido mucho, pero esta columna no trata sobre las colisiones viarias y ni siquiera de los atropellos, aunque sí es cierto que estuvieron a punto de pasar por encima de un par de incautos beodos. Él los reprende y eso parece excitar a tu hija. Al fin y al cabo, es un mal chico. Es destructivo y todo eso, y como no podía ser de otro modo, esa maldad ejerce un poder hipnótico sobre ella.

Paran el coche en un descampado. Son las cuatro menos cuarto de la madrugada. Todavía tiene margen para llevarla a tiempo a casa. Incluso, con un poco de suerte, podrá comer churros antes. Tal vez eso ayude a que los efectos de la intoxicación etílica se le pasen. Ah, ¿de veras sigues leyendo todavía? Lo que acabo de hacer justo ahora se llama “desembrague” en narratología. Muy oportuno. La sangre posterior a la ruptura del himen no fue un problema porque tu hija llevaba un tanga rojo que le regaló una amiga. Al fin y al cabo, aquello sucedió en fin de año y las tradiciones mandan. ¿Qué mejor día para perder la virginidad? ¡Ya estaba tardando! Eso sí, siéntete orgulloso, le dejó claro a su novio, a tu futuro yerno, que ella sin condón no hace nada de nada. Lo cierto es que eso a él le importó un pepino, pero lo importante es el detalle.