viernes, 18 de enero de 2008

Uno más uno son siete

Te lo vuelvo a repetir: es sencillo y no tendrá ninguna contraindicación. Yo pongo en marcha la grabadora y cuando veas la luz roja encendida, me cuentas unas cuantas anécdotas sobre tu asignatura. Si te apetece criticar, critica. Si te apetece elogiar al sistema, elógialo. ¡A mí me da igual! Yo solo quiero que me expliques cómo vive en pleno siglo XXI un profesor de Matemáticas. Además, Juan, no revelaré tu nombre, te lo prometo. ¿Accedes? [No soy periodista y, por lo tanto, a mi grabadora le cuesta mucho arrancar. ¡Con el trabajo que me ha costado convencerlo, me falla ahora la grabadora y me da un siroco!].

“En estos tiempos que corren, los profesores de Matemáticas lo tenemos especialmente difícil. Los alumnos no están acostumbrados a esforzarse por nada, en ninguna asignatura… pero en Matemáticas, además, se nota especialmente esta desidia. Me explico: en Historia, por ejemplo, si un alumno malo tiene un día inspirado puede seguir a la perfección una clase sobre el Antiguo Egipto, sin saber nada de Prehistoria. En Matemáticas, como no saben lo que tienen que saber de cursos anteriores, muchos no pueden enterarse de nada… y, por tanto, se dedican a enredar. ¿Cómo van a aprender a multiplicar los que no saben sumar?

Jamás pensé que mi cometido en esta vida fuera enseñar a sumar y a restar: ¡yo soy doctor! ¡Hice mi tesis! ¡Y se supone que esto es un instituto serio! ¿Por qué esas cosas no las aprenden en Primaria? ¡Hay alumnos en Segundo y de Tercero de ESO que no saben multiplicar! ¡En el antiguo primero de BUP! ¿Y la tabla? ¡Estos chicos llevarán la tabla de multiplicar en una chuleta hasta que se jubilen! Están acostumbrados a los audiovisuales y para ellos un papel y una hoja no reportan ninguna motivación. Si te digo la verdad, en lo que va de curso, solo una vez los he visto concentrados. ¿Te puedes creer que en Segundo de ESO no sabían lo que era un número par? Uno me levantó la mano y me preguntó “si eso de los números pares tenía alguna relación con el juego pares-nones”. Me dijeron que para saber quién había ganado, ellos contaban de forma alterna: pares-nones. “¿Entonces eso de pares y nones significa algo? ¡Creía que era como el que dice mesa o silla!”. Cuando les conté cómo se sabía si el veintiocho era par o impar sin tener que repetir las palabras “none” y “pare” catorce veces cada una, se les iluminó el rostro y pasaron todo el recreo jugando a dicho juego. “Profe, así es mucho más fácil jugar…”. ¡Ninguno de la clase sabía qué era un número par! ¡Y tienen quince años!

No me extraña que ahora proyecten un número en la Puerta del Sol, durante las campanadas, diciendo cuántas uvas tienen que comerse. Si estos genios tienen que contar mentalmente hasta doce, se extingue la tradición. No me sorprende: ¿sabes que Marta, la profesora de Educación Física, imparte Refuerzo de Matemáticas? El mes pasado hicieron un cartel durante una clase suya. “Las Matemáticas son el analfabeto del mundo”. Sí, ponía “analfabeto”: se equivocaron [o fueron clarividentes]. El cartel estuvo colgado quince días en la clase. Muy revelador. ¡Es que aquí tampoco se sabe leer! ¿Puedes poner eso en tu columna? Escríbelo con todas las letras: no saben multiplicar y tampoco saben leer, ni los enunciados de los problemas. No sabes bien el bajón que han pegado este cotarro en los últimos años. ¡Es increíble!

El otro día mandé el ejercicio veinticinco del tema y todos se rieron. ¡Claro, tenía rima! Por supuesto, segundos más tarde, escuché a un alumno diciéndome que aquel ejercicio tenía premio. ¿Puedes creerte que cuando corregimos los ejercicios, días más tarde, un alumno me vino a preguntar qué había ganado, que qué premio había para los alumnos que habían hecho los ejercicios ese día? Porque habíamos dicho que el ejercicio tenía premio y, claro está, él quería su premio. ¡Ni siquiera saben entender sus propias bromas!

No lo sé. No sé cómo va a acabar todo esto. Es increíble cómo llegan a la Universidad, sin saber de nada. Pero… ¿qué quieres que haga yo? Llevo en la enseñanza más de veinticinco años y ya no tengo fuerzas ni ganas para cambiar el sistema. Además, por más que se intenten dinamizar, las Matemáticas siempre serán Matemáticas. ¿Para qué voy a ponerles una película o hincharlos a utilizar páginas web, si nada de eso sirve? Las Matemáticas son otra cosa… y yo, pese a todo, sigo creyendo en ellas”.


Prof. Cuyami