martes, 10 de abril de 2007

Pésame al inventor del cero

Tiemblen. Las nuevas eras dan miedo y lo de estrenar milenio fue una picota, un piquete y fatuos picadillos en comparación con lo que ahora arranca. Tiemblen de forma sincera porque Brahmagupta, al que cierto anuncio daba las gracias hace poco, llora cual soez plañidera con su frasquito repleto del preciado líquido… pues yace sin vida su creación. Se nos va, se nos muere. O lo matan, que tiene más guasa. Agarren fuerte sus recuerdos y no desdeñen a esos maestros de escuela que el peso del talante ha castrado. Su marca se marcha, se nos fue el cero: comienza una era, por ende, porque se inicia el primer año tras el cero (el año primero, por tanto o por tonto).

En efecto. Desde la semana que viene, y ya para siempre, quedan abolidos los ceros del sistema educativo andaluz (!). No estoy de broma, ojalá bromeara (aunque hay cosas con las que no se juega). Por suerte y por desgracia, no tengo la costumbre de mentirles: a partir de la próxima evaluación, la menor calificación que puede obtener un alumno en nuestros institutos será un uno. Sí, lo sé: siguen pensando que les estoy mintiendo, pero es cierto lo que digo. Si un determinado sujeto no acude al Instituto en todo el curso ni una sola vez, si no comparece a ninguna clase jamás, se habrá ganado un uno por su cara bonita, por poner su nombre… o por no ponerlo, ni siquiera. Gran hallazgo, nuestros políticos son genios: esos zagales habrán mejorado sus calificaciones de forma abrumadora. ¡Más de un cien por cien subirán las notas de todos los absentistas! ¡Qué digo un cien por cien! ¡Sacarán infinitamente más nota! Si el cero no existe, las calificaciones suben. Si las calificaciones medias suben, la gente estará más contenta e irá a votar de mejor humor porque ya nadie se avergonzará en la charcutería de que a su hijo le han puesto un cero en matemáticas. Para empezar porque ya no hay ceros. Para seguir porque pronto no habrá matemáticas. Tiempo al tiempo: si se busca que las notas suban, que nuestros alumnos no suspendan, primero eliminarán las notas bajas. Luego, las asignaturas… y todo el pescado estará vendido (o toda la chacina, porque el ejemplo que puse antes transcurría en una charcutería).

Desconozco qué iracundo señor inventó el número uno, pero si yo fuera él, me echaría a temblar. Ya saben que “cuando las barbas de tu vecino veas cortar…”. Pues eso, que no acabo el refrán porque no hace falta. Han suprimido el cero, pero tal vez sea eliminado algún otro dígito y si consiguen, sin que nos demos cuenta, eliminar el uno, el dos, el tres y también el cuatro, el sistema educativo habrá supervivido a la LOGSE, obteniendo además las mejores calificaciones de la historia. Si nos prohíben las notas inferiores al cinco, no habrá fracaso escolar. Es un plan magistral, y además está plenamente justificado. ¿A cuántos niños los ceros les han arruinado la vida? ¿Cuántas carreras académicas se han visto truncadas de esa forma tan tosca? Por el contrario si, de ahora en adelante, sus hijos les juran sobre la tumba del hámster caído que no van a traerles ningún cero más, podrán creerles sin miedo y comprarles la moto sin esperar a las notas: como poco, les traerán un uno.

Me asombra que los docentes convoquemos cero huelgas y cero funerales por el cero, pese a que será preciso y precioso que estemos todos vigilantes, no vaya a ser que traten encima de engañarnos, que nos vendan de nuevo que los resultados han vuelto a mejorar cuando en realidad lo que se hace, otra vez, es cambiarle el nombre a las cosas. Yo, por mi parte, he decidido cobrarme con creces esta sustracción (he aprovechado para poner todos los ceros que me ha sido posible, por los viejos tiempos y por los que vendrán), mientras me enjugo las lágrimas sabedor de que los ceros que he puesto en esta evaluación, que han sido muchos, serán los últimos de toda mi carrera docente. De todas formas, tenemos que levantar la cabeza y engrandecer nuestro espíritu, pues comienza otra era mejor, pues nuestras aulas serán más habitables y más felices, pues se han marchado para siempre las tercas lacras del anticonstitucional cero, pues es seguro que Brahmagupta era, además de un cretino integral, también de derechas…

Prof. CuyamiDen s