jueves, 27 de septiembre de 2007

Libros a la hoguera

Recorro el pueblo en busca de un ejemplar de EL MUNDO. Recorto la esquina de la calle principal y albergo la nada insidiosa esperanza de dar a parar a una vieja papelería donde no más de tres o cuatro personas aguarden su minuto de gloria. No. La cola trastoca toda la calle. Desde las entrañas del inmueble irradia un alud despampanante de padres. Entre ellos, en algunos de los resquicios que tanto magma humano posibilita, se encuentran algunos chavales. ¿El motivo? ¡Los libros! ¡Es verdad! Allí es donde por fin se canjean los célebres cheque-libros. Por ventura, los padres ya no han de gastar ni un duro para tal efecto, o eso se supone. Les será posible emplear los ciento y pico euros que vienen a costar los libros en una comilona a la salud de la educación de su vástagos. Los libros son gratis. ¡La educación pública es gratis! ¡Los libros han de ser gratis! Pero, a pesar de que me parece un propósito muy loable, tiene sus rendijas, porque nada es lo que parece en este fabuloso teatro de sombras chinescas. Pagaría todo mi jornal por ver la vida en socialista, de color rosa, con capullo y puño. Pero no, me asaltan dudas, como a Santo Tomás. No tengo suficiente fe. Por ello, voy a formular unas cuantas preguntas. Espero que ustedes den mejor la talla que mis alumnos y sean capaces de hurgar verdades que dejen yertas mis cavilaciones. No lo duden: organicen un buen grupito de trabajo, tomando un buen café, arréglenme la vida. Yo no sé.


¿Por qué se conceden libros gratis este primer año en primero y tercero de ESO y no en los otros dos cursos? ¿Por qué no se expresa en la publicidad que los libros de este año serán heredados por los chicos de próximos cursos, que no se cambian cada año? ¿Cómo se consigue que un libro escolar dure más de un curso? ¿Quién pagará los libros que se destruyan? ¿Por qué son gratis los libros y no los cuadernos y, tampoco, los cuadernillos, ni los bolígrafos o las gomas de borrar? ¿Por qué algunas asignaturas tienen derecho a tener libro y otras no? ¿Por qué unos chicos tienen derecho a estrenar los libros y otros no? ¿Qué castigo se le impone al alumno que pinte un libro? Si lo pintan, ¿qué hacemos? ¿Cómo salen las manchas de tinta de la ropa? ¿Y de los libros que tan gentilmente han pagado la Junta de Andalucía? ¿Cómo se convence a los alumnos para que no maltraten los libros si estos les han salido gratis? ¿Cómo se forra un libro que no es tuyo y que ha de durar sine die? ¿Qué porcentaje de libros habrán de reponerse cada año por causa del deterioro? ¿Cuándo se decidirá si un libro está deteriorado o no? ¿Cuántas páginas han de faltarle a un libro de texto para que se considere deteriorado? ¿Con qué ilusión se inicia un curso académico con un libro usado y que, para más órdagos, no es tuyo, ni lo será nunca? ¿De quién es la responsabilidad de esos libros? ¿Por qué no se descuenta del sueldo de los profesores el precio de aquellos que falten en junio? ¿Durante cuánto tiempo habrá de mantenerse un determinado proyecto editorial? ¿Quién escoge en qué librerías se canjean los cheques y en cuáles no? ¿Cuánto ganan las librerías? ¿Qué quemarán los chicos en la noche de San Juan? ¿A los docentes? ¿Por qué se acabó el subrayar? ¿Cómo les enseñaremos a estudiar si no pueden subrayar sobre sus libros como siempre se ha hecho? ¿Qué harán los vendedores de fluorescentes y rotuladores, tras esto? ¿Algún niño en su sano juicio gastará una semana de sus vacaciones en borrar todo lo que ha señalado a lápiz en sus libros, para futuros herederos? ¿Hemos de devolverlos también los profesores para futuros profesores?


¿Por qué las editoriales nos ofrecen ordenadores a cambio de poner sus libros de texto? ¿Por qué las editoriales nos ofrecen cañones para proyectar, con los ordenadores, si sería mucho más útil que nos entregaran cañones del tipo de los diez por banda de Espronceda? ¿Por qué nos ofrecen equipos de música? ¿Por qué nos sobornan? ¿Será porque todos los libros son parecidos y, por tanto, escoger unos u otros depende más del “soborno” que de la calidad de estos? ¿Quién se queda el treinta por ciento de más que algunos autores de libros me han reconocido que se le aplica a la “tarifa oficial”? ¿Por qué la Junta compra tan caro los libros si compra tantísimos? ¿No sería posible un precio familiar para nuestra inmensa y amigable comunidad educativa? ¿Dónde va ese dinero? ¿Por qué no puede cualquiera escribir un libro de texto, ni venderlo? ¿Tienen fondos estos cheques? ¿Qué se esconde en el fondo? ¿Si me escondo me libro?


Prof. Cuyami