miércoles, 21 de mayo de 2008

Barrigas y barricadas

Eduardo Fernández pagó el café. Nos encontrábamos en pleno centro de Sevilla. Hace tiempo alguien me dijo que los sevillanos no meriendan en La Campana. Hay lugares que, de tan sevillanos como son, resultan burdos para los verdaderos oriundos. Será por eso, quizá, que me encontré con él en ese lugar y no en otro. No tenía muchas ganas de conversar, pero tampoco de pensar en un páramo inédito. Había tenido una mañana torva, intensa, propia de mayo. Con o sin sayo, amenazaba lluvia. Lo tengo delante y me mira con cierto estupor. Supongo que, como tantos otros, me imaginaba de otro modo. No aparento ser un buen profesor. Quizá ni siquiera aparento ser profesor.

“Cuyami, necesito que escriba sobre la manifestación”, fueron sus primeras palabras. Y yo, que vivo en la inopia, no pude más que reconocer que no tenía ni la menor idea de a qué se refería. “Le imaginaba más a la vanguardia, más al tanto de las discrepancias, de los deseos, de nuestras luchas…”. Y yo sonreí. A duras penas sé quién ha ganado la liga de fútbol. De Fórmula Uno tengo más idea, pero como a mi inspector no le hace gracia que hable del papá de Hamilton en mis columnas, me mantengo callado. “A ver, ilústreme. Le concedo cinco minutos. Pondré mi grabadora. Si consigue convencerme, publicaré lo que me diga. Cinco minutos, no más… y usted paga el café”, sonreí socarrón. No debería tratar de forma tan irónica a la gente que no me conoce. A veces ocurre que llegan a tomarme en serio.

-“El 21 de mayo tenemos previsto ponernos en huelga. El paro lo convocamos varios sindicatos. En concreto, APIA, CGT, SADI, SIEP y USTEA… pero es posible que se sume más gente. El pretexto es el programa de calidad, la pérdida de nuestra dignidad, que nos estamos vendiendo, que aceptamos que toda la responsabilidad es nuestra, cuando no es así. Nos sobornan para que estemos callados, pero la mayoría de los centros han dicho que no. Han rechazado el soborno porque se está iniciando una nueva corriente, han prendido las ganas de luchar, se recrudece el deseo de pelear por el respeto de la sociedad: lo tuvimos y lo perdimos, hay que volver a ganarlo. ¿Cuántas veces en sus columnas nos ha dicho usted que debemos plantarnos? ¿Cuántas veces nos ha llamado a la huelga? ¿No ha criticado tantas veces la indolencia del profesorado? Este es el momento. No solo por el plan de calidad, sino porque debemos comenzar a reivindicar lo que es nuestro. Han intentado comprarnos y les ha salido mal… ¿por qué la gente no se entera? ¿Por qué la gente no se entera de que los docentes estamos hartos de todo lo que nos está sucediendo? ¿No es acaso evidente que estamos perdiendo autoridad, poder adquisitivo y capacidad de decisión? Ahora puede pegarnos cualquiera, nos dejamos la garganta y no sirve… y nos echan las culpas de todo, cuando estamos entregando hasta la última gota de nuestro sudor.

Paramos porque para hacer bien nuestro trabajo, conforme a las nuevas exigencias que el alumnado perpetra, requerimos de una jornada laboral más corta (con menos clases y más horas para preparar dichas sesiones), es indispensable más profesorado para bajar la ratio, para dar una respuesta de garantías al problema del fracaso escolar, más estabilidad para los interinos, para poder construir con ellos proyectos educativos más sólidos, deseamos profesionales especializados, un mayor apoyo de las instituciones, que nos dejen dar clases y que manden a otras personas para realizar el trabajo burocrático… ¡porque nosotros debemos dedicarnos a dar clases, si queremos que los alumnos aprendan! ¡Ah, y por supuesto… necesitamos que se nos pague como a funcionarios! Si tenemos unas oposiciones idénticas a las de otros profesionales, ¿por qué no cobramos como ellos?

Si usted me cediera espacio en su columna, aprovecharía para pedirles a los profesores de Andalucía que el miércoles 21 [mañana] opusieran un poco de resistencia, que pelearan, que dejaran de cobrar un día para conseguir que nuestra situación mejore el resto de días. Está en nuestra mano alcanzar lo que verdaderamente necesitamos y no solo los siete mil euros con los que prometieron untarnos… ¿Los pagarán o serán como los cuatrocientos de Zapatero, que se difuminan en el café como el terrón que acabo de echar? No, no basta. Hay que hacer mucho más. Tenemos que pelear. El momento ha llegado. Vale la pena iniciar esta insurrección porque ya hemos aguantado demasiado. ¡Vayamos a la huelga!”.