miércoles, 4 de agosto de 2010

Somos Esparta

Os prometo que yo quiero contar cosas bonitas. Me gustaría hablar de un sistema educativo en el que los alumnos aprenden, en el que los profesores enseñan, en el que los centros tienen instalaciones y todos nos llevamos bien. No me pagan más si le doy caña al sistema. De hecho, jamás nadie de EL MUNDO me ha pedido que sea crítico o mordaz. Siempre he tenido libertad para escribir lo que he querido, lo que he considerado oportuno en cada momento. Ahora bien, para todos los que somos escépticos, hoy es un gran día. Tenemos datos. Tenemos elementos para el desánimo y para demostrar por qué no creemos en las personas que nos dirigen. Por fin, todos van a creernos y dejaremos de ser como Casandra.
Coincidimos todos en afirmar que nuestros alumnos recibirían una mejor atención con más profesorado, con grupos más pequeños, por tanto. Es una de las pocas cosas en las que todos, no conozco ninguna excepción, estamos de acuerdo. Hace dos años salieron 1200 plazas de profesores de Lengua y Literatura. Solo dos años después, 260. En serio, créanselo: solo habrá 260 nuevos profesores de Lengua Castellana y Literatura en toda Andalucía para el curso próximo. Teniendo en cuenta que la gente se jubila (ya sea a los 65 ó a los 67 años), visto que los profesores no somos inmortales, que cada año se crean nuevos centros y que la oferta educativa se diversifica, ¿me puede explicar alguien cómo se justifica este recorte? No se crean plazas, se destruyen. Luego llegarán los reproches, los lloros, las exigencias de la Administración. Acepto que estamos en crisis, que todos los sectores lo sufren, que no se puede crear funcionario indefinidamente, pero… ¿Acaso nuestra educación puede permitirse que solo haya 225 nuevos profesores de Inglés para toda Andalucía? ¿10 nuevos de Filosofía? ¿100 nuevos de Educación Física?
Me siento robado, honestamente. Ya sabrán que salen plazas cada dos años. Por tanto, y en buena teoría, no habrá una nueva hornada de docentes hasta 2012. Hasta entonces tendremos que tirar para adelante con lo puesto. Me siento como si un equipo de fútbol, que está en puestos de descenso y con varios lesionados, no realiza fichajes en el mercado de invierno. Necesitamos más gente. Necesitamos más profesores. Si queremos verdaderamente que los resultados mejoren, habrá que dejar a un lado tantas presiones por parte de la inspección, tanto márketing patatero, y Zapatero, y meter un poco de carne (humana) en el asador.
Para colmo, no sé si saben que esta convocatoria de oposiciones es la segunda del proceso eufemísticamente llamado “transitoria”. Eso es una forma fina de decir que se pretende que la inmensa mayoría de las plazas vayan a parar a los interinos. Se le quita a uno las ganas de estudiar, si llegas de nuevas. Habrá más de un setenta por ciento menos de plazas en Lengua y, además de eso, las directrices son que las poquitas que han salido vayan a parar a los que ya están aquí trabajando con nosotros. O sea, que no entrará gente nueva. O sea, que los opositores de primer año lo tienen más difícil que nuestro flamante cuarto millonésimo parado para llegar a fin de mes.
No sé explicarlo más sencillo. Así es como valoran la educación de nuestros hijos los que nos gobiernan. Así es como se saca una región adelante. Así se mejoran los resultados y las competencias. Sigan culpándonos y, del mismo modo, mostrando palabras que no se corresponden con la realidad. Dicen que apuestan por la educación, que el futuro son los jóvenes, pero no se contrata a nuevos profesores. Dicen una cosa y hacen otra, como siempre. Dense cuenta. Que nadie se deje engañar por las sonrisas baratas de tamaño hatajo de catetos. Porque hay que ser cateto para derrochar un año 1200 plazas y dos años después cerrar el grifo de esta forma tan mezquina. ¡Catetos! ¡Ineptos! Ni entrenándose lo harían peor. ¡Vaya panda de sinvergüenzas!